20.12.09

Mis bragas decidieron quedarse en Venezuela


Claro, no es de extrañar.



Un lugar puede ser maravillosamente peligroso. Sinceramente vale la pena arriesgarse.


A 6h30min menos del mundo real, 5h30min para los canarios.


40º de media.


Colores como el azul, el turquesa, el beige, el verde, verde oscuro, verde claro, azul otra vez...


Un ritmo de vida diferente, mas como una tortuga, como un morrocoy caribeño al que sólo ganaría la liebre del cuento.


La jerga propia del lugar utiliza palabras llenas de connotaciones cariñosas que espantarían a cualquier persona mínimamente educada y respetuosa. A mi no me espantaron.


Allí siempre huele a palmeras con cocos. A helado tropical. A zumo de piña con ron. A maíz. A pez.


Claro que es obligatorio haber olido antes el sudor de una azafata que lleva mas de 24horas de vuelo. O el olor de una alcantarilla llena de bolsas de cacahuetes y latas de pepsi semi vacías al borde de las carreteras limpiadas como de pasada, igual que cuando toca limpiar el cuarto, escondiendo la porquería bajo la alfombra. Exactamente igual.



Acabas de matar a la mosca mas pesada del lugar y te sientes realizada. Pero te olvidas de que esa mosca tenia una familia de por lo menos toda la vida de antigüedad y como era de esperar despiertas picada y con los ojos tan hinchados por el veneno que las gafas de sol no te cubren el espanto.



Resulta bonito,


sugerente.



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