8.3.10

Manual de cómo peinar un estropajo con un tenedor grasiento. Tomo 1.



Llevaba ya tiempo cantandola sin saber exactamente como era.

Un buen día decides exponer tu cuerpo cara al sol sin protección alguna. Es concretamente ese día en el que dejas de parecer persona para pasar a aparentar ser un crustaceo decápodo en mitad de un festín culinario de carácter formal. Sólo que te falta la bandeja, o un plato en su defecto.
Además los pasos previos ya se dieron aquel día. Nadaste desnuda entre arena y rocas.

Me gusta ser un cangrejo.
Y que sólo se me vean los ojos y los dientes, aunque a veces pienso que semejante ceguera tiene que deberse a algun tipo de transtorno mental temporal, o al menos eso espero.

También me gusta ser cocinada a la parrilla, siempre y cuando el incendio provocado sea algo controlado por un palo, tres tenedores y un cuchillo, repartidos equitativamente entre tres manos distintas y un pie.
Se me olvidaba la linterna característicamente aplicacional de la que se servía una pierna, o una rodilla, depende de como se mire.

Si que me habría gustado encontrarme un marciano en aquella puesta de sol,
y que hiciera "mec! mec!". 
Tal cual me lo encontré en la pared de mi habita-culo.


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